miércoles, 25 de agosto de 2010

Boots of spanish leather

Hace unas semanas en un compromiso social el CHOW me exhibió unas botas que se había comprado recientemente, las botas estaban macanudas e incluso tiempo después me adueñé de las mismas usándolas por 3 días seguidos, obviamente previa autorización del dueño de las mismas.

Resulta que decidí comprarme unas propias, ya que al haberlas probado me cercioré que eran cómodas, ofrecían una protección decente contra al frío y que pateaban traseros (onda, se ven bacanes). Así que fui al siempre despreciable mall en busca de las susodichas, para encontrarme ni más ni menos con exactamente las mismas botas, realmente yo pensaba comprar otras, mientras fueran botas a quién le importa, ¿cierto?, ¿así que qué es lo que hice? Me compré las mismas botas, obvio.


Así fue cómo llegue a tener mis botas, el punto de la historia que relato es otro.
Hace unos días me encontraba camino a la universidad portando las botas ya aludidas, me hallaba caminando por esa desagradable acera cerca de mi universidad (sí, la misma que nadie ha aprendido a usar correctamente) cuando en la periferia detecto un grupo de minas que venían acercándose y al parecer comparecerían a la universidad al igual que yo.


Usted, mi estimado lector, comprenderá que normalmente no le doy mayor, ni si quiera menor, importancia a la gente que me topo en la calle, pero tengo un oído bastante sensible por lo que me percaté de un comentario que soltó una de ellas que hacía alusión a mis botas. Recuerdo textual: “¿Por qué ese hueón anda con zapatos?, qué miedo” ante esto sus dos amigas reafirmaron que, por alguna razón “sentían miedo” respecto de mi vestimenta, eso lo encontré fascinante.


Bueno, el error que cometió la que identifiqué como la “abeja reina” del grupo es comprensible ya que de buenas a primeras las botas podrían parecer zapatos en la medida que usted tenga cierta apatía mental, pero esto no justifica la intención del comentario en sí, en el caso que me quisiera poner zapatos de vestir para ir a la universidad ese sería mí puto problema.


Yo me pregunto ¿cómo anda esta gente por la vida?, ¿es normal salir y empezar a mofarse en la cara de los demás por su forma de vestir?, ¿acaso yo ando haciendo lo mismo?, de hecho sí, pero eso es porque a esta gente le gusta vestirse como las hueas y eso hay que denunciarlo, aparte mis críticas son constructivas y no las hago en la cara de los demás con un tono burlesco, no se trata de hacer sentir mal a los demás sino que de contribuir a estrujar mentes encerradas y perdidas en el mundo.


Ahora, sólo he hablado de la peculiar forma de vestir de los so called estereotipos, pero es lógico que éstos tienen su contraparte femenina a la que benévolamente denominaremos “estereotipas” y sí, ellas son exactamente los mismo que ellos, pero lógicamente tienen su versión femenina de las vestimentas, eso sí, el estilo de vida y la estupidez no cambia. Hablaré de ellas en la próxima ocasión para que usted pueda identificarlas de manera inmediata.


La moraleja y lo que he podido concluir respecto de lo precedente es que considero que es bien fácil ir por la vida tirando mierda a los demás (créanme, lo hago constantemente) pero lo que se debe hacer antes es mirarse al espejo uno mismo y aceptarse tal y como se es, tener una identidad propia, y si se quiere ser distinto, pues bien por uno.


Es obvio que las minocas que me insultaron no eran las reinas del baile, y defectos los podemos en ellas hallar por montón. Si están leyendo (puede ser, ¡quién sabe!) créanme, ustedes tampoco son dueñas de qué está bien usar y qué no y mucho menos de la facultad de ir a tontas y a locas echando mierda a gente ajena.


Saludos a mis colegas escritores del blog, que bien poco se les ha visto por aquí.


Cambio y fuera.

2 comentarios:

  1. Notable. Me recuerda la canción de Millencolin que te mostré la letra el otro día, "Highway Donkey".

    Saludos.

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  2. wn, ponle espuelas a esas botas y van a quedar listas.

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