miércoles, 20 de octubre de 2010

Zombies Rápidos Vs. Zombies Lentos




A poca gente le es ajeno mi vasto conocimiento respecto de los zombies (A.K.A. muertos vivientes), en general sé mucho sobre ellos, ya sea sobre cómo enfrentarlos o las causas que los originan. Es tanto que durante un (bastante probable, por cierto) apocalipsis zombie, los más probable es que usted quiera mantenerse cerca de mí, en la medida que mi supervivencia en tal evento está asegurada y por lo tanto usted tendría serias posibilidades de sobrevivir también.

Dados estos amplios conocimientos en la materia, mucha gente ha preguntado mi opinión respecto de los “nuevos zombies rápidos” ya que éstos proponen una visión diferente de los clásicos masticadores de carne humana estandarizados en las películas de George A. Romero.

En el caso que a usted le sea ajeno el tema, acá va un pequeño resumen: Romero es el director más reconocido en lo que se refiere al sub-género de terror al que estamos aludiendo, se distingue por encuadrar dentro de sus películas la época en la que éstas fueron hechas, de esta manera aprovecha de atacar con fuertes críticas sociales al mismo tiempo que nos muestra las escenas más violentas que hemos visto en el cine, el hueón es seco. Durante sus obras, eso sí, se ha mantenido (con algunos cambios menores) el tipo de zombie que nos viene a la cabeza cuando nos dicen la palabra zombie, un hueón muerto, podrido, que poco menos que se le caen los brazos, de mirada perdida y LENTO. Luego de acostumbrarnos a este estereotipo de muertos vivientes salieron películas como 28 Días Después o el remake de El amanecer de los Muertos en donde se muestra una nueva especie de zombies (conocidos en este universo como “los infectados”) más rápidos que Chad Johnson, que le ganó una carrera a un caballo, y The Flash juntos. Esto ha sido lo que ha generado controversia entre los fans de Romero, y los zombies en general, por romper con el esquema al que nos acostumbramos desde pequeños.

Teniendo en cuenta la información anterior, procederé a expresar mi humilde opinión.

En general (y esto se puede aplicar a infinitos aspectos de la vida) uno tiende a no ser muy proclive a los cambios bruscos, nos gusta que las cosas queden como las encontramos por primera vez o como nosotros mismos las imaginamos (habitualmente por esta razón a la gente la gusta más la versión escrita que la llevada al cine de sus obras favoritas ya que en el libro ellas fueron libres de imaginar como querían a los personajes, escenarios, etc., en cambio en la película es cómo otro se lo imaginó).

En este caso una de las características esenciales de los zombies se cambió totalmente en relación a lo que habíamos visto. En este sentido, hay una razón por la que tal característica se les atribuyó a los zombies, están muertos y por lo tanto su cuerpo hace rato que empezó a descomponerse, los músculos se derriten como gelatina, más encima el sol acelera este proceso, realmente si quiera pensar que puedan ponerse de pie ya es empezar a fantasear, pero la idea no es analizar todo científicamente, estamos hablado de zombies después de todo.


El motivo principal que yo creo que molesta a los fans, es que se pierde un efecto tétrico que tienen los zombies lentos (esto se extiende a cuanta película de terror hay), esa persecución donde la víctima escapa corriendo del monstruo que va a uno por hora y justo ella se tropieza es clásica, nos encanta ver eso una y otra vez, además es obvio que el efecto que tiene el malo de la película es más serio, más sublime, más terrorífico si éste actúa de manera serena y tranquila, como diciendo “Este huéon corre y corre, pero yo sé que lo voy a atrapar y desgarrar sus intestinos, acá no hay apuro”, el hueón sabe que su pura maldad basta para ganar. Todo eso nos deleita y con los zombies rápidos no cabe duda que se ha perdido una cantidad importante del encanto, del terror, del miedo, que justamente es lo que queremos sentir con las películas de este género, pareciera que ahora las películas de terror sólo cuentan con el factor sorpresa para atemorizarnos lo cual encuentro poco esforzado, es bastante fácil mostrar algo dos segundos combinado con un ruido fuerte para asustarnos. El verdadero temor, el legítimo, se infunde incluso con silencio de fondo.

Ahora bien, no todo es malo. Estas cosas se deben mirar como la otra cara de la misma moneda, la verdad es que también resulta refrescante ver versiones nuevas y originales de las cosas que nos gustan (por eso es bacán ver un remake bueno de una película “old-classic” que amamos, o escuchar un cover de buena calidad de nuestras canciones favoritas, nos gusta ver todos los espectros y niveles en que se pueden presentar nuestras cosas favoritas), en ese sentido se agradece que se lleve a la práctica la idea, pero la verdad que soy un hueón muy clásico pa' mis hueás. Como dije, si bien es rico ver cómo se desenvuelve un zombie corredor, prefiero ver zombies lentos, quizás un poco ahueonaos, pero terroríficos como los que Romero, gracias a Dios, sigue plasmando en sus películas.

Un saludo a mis compañeros cinéfilos, en especial a los que saben disfrutar de una buena película de terror (sin que ésta sea excusa para intentar agarrarle la teta a su mina predilecta).


jueves, 7 de octubre de 2010

¿Saben qué es mierda de toro?



Los audífonos. No creo tener mucho que decir que usted ya no sepa, pero la verdad es que me cansé de estos desgraciados al punto de dedicarles un post para insultarlos un poco.

Siempre es la misma historia: Me compro unos audífonos con la ilusa esperanza que estos serán los especiales y que jamás, jamás de los jamases se echarán a perder y resulta que en un lapso entre una semana y 3 meses (siendo benevolente) empiezan a fallar los muy putos, de a poquito, de a poquito hasta llegar al punto que uno anda con cables en la cabeza sin razón alguna ya que la música nunca más llegó hasta esos huesitos tan simpáticos de los oídos.

En un principio me costó adaptarme a esta triste realidad en la medida que el primer par de audífonos que usé, y les di duro, no me dieron mayor problema, eran veteranos y había que retirarlos, de ahí en adelante me di vueltas con esos que te cuestan 2 lucas, no más que eso, y por esta razón era entendible que no duraran tanto como los otros, cuando un paga más, por lo general, no sólo paga la marca sino que también un buen producto, eso no hay que olvidarlo.

Luego de eso, me compré unos Sony bien motherfuckers de unas 30 lucas, me salieron bacanes y murieron luego de un año y medio de cumplir su misión de la forma más digna. Aquí es cuando empezó el hueveo ya que como esos me habían salido buenos decidí seguir siendo fiel a la marca, me compré otros Sony pero esta vez de 3 lucas y DIOS MÍO; Una semana. Una hueón, ¡una! Me hervía la sangre en rabia, cuando, ya más tranquilo, reflexioné que fue por el módico precio, era obvio que cuando de audífonos se trata hay que sacarse ciegamente las lucas que uno tiene apretadas en el culo no más.

Ya pasado el mal gusto de los Sony se me dio la oportunidad de obtener unos de marca distinta, pero de buen reconocimiento internacional, los Skullcandy cuyo precio no fue tan alto como el de los primeros Sony, pero sí lo suficiente como para que doliera el bolsillo. Estos me enojaron realmente ya que tenía una expectativa altísima respecto de su buena calidad, sólo para verme decepcionado nuevamente, duraron algo así como un mes y medio (que si bien es harto para el promedio, es bastante poco en relación a la reputación que tiene la marca), fue un golpe devastador, una experiencia que llega a ser traumante. Si ellos habían fallado de manera tan brutal, entonces ¿qué me puedo esperar de cualquier otra marca que fabrique estos endemoniados artículos?, ¿esos Sony que marcaron la diferencia sólo fuero un golpe de suerte?, sólo sé que no quiero saber nada de audífonos, no por un buen tiempo, y usted, mi estimado lector, tampoco.

martes, 5 de octubre de 2010

2

Me vi sangrando por dentro en una plaza llena de palomas sonámbulas, trate de tapar tus sombras con la mía, no pude, todavía hay algunas que no te dejan pensar, es necesario a veces tener el pecho abierto para tomar decisiones, es necesario a veces llorar para poder después reír.
No he olvidado nada.
Sigo sintiendo.