jueves, 20 de mayo de 2010

La gente de abajo de las escaleras


Bien, ando algo enojado últimamente por un caso puntual que día a día presencio en las calles de mi vecindario.

La mayoría de los días de la semana voy temprano en la mañana a la universidad en el conveniente servicio de los "buses de acercamiento" que la misma dispone (Lo pongo entre comillas porque no son realmente de "acercamiento" sino que son "de dejarte justo a las puertas de la universidad).

Para llegar a los buses es preciso que pase por el denominado Subcentro del metro Escuela Militar lo cual implica que baje escaleras, pase por abajo y luego las suba por el otro lado.

Aquí está lo curioso de todo esto. Siempre, siempre, SIEMPRE que bajo las escaleras debo cuidar mi paso y no por el constante temor de caerse de las mismas, sino que por la basta población de escupos que en sus escalones se encuentran ya que la gente que viene de abajo (y me refiero "de abajo" en dos sentidos, de abajo de las escaleras y de los sectores poco acomodados de la capital) acostumbra deshacerse de ellos en los escalones. Sin embargo, cuando tengo que subir las escaleras por el otro lado jamás he visto uno de esos pegajosos insultos a las buenas costumbres.

Me pregunto, ¿Es una casualidad que hayan escupitajos sólo por donde pasa gente proveniente de ciertos sectores? La respuesta es no. No es una casualidad, no hay para qué andar con rodeos, estos hueones son flaites y punto. No es mi onda ser clasista, pero tampoco apoyo mucho el uso de los eufemismos, a veces las cosas hay que decirlas tal como son y estos hueones de mierda son tan identificables como los estereotipos, incluso más.

Nada más que decir, no es necesario que describa cómo identificarlos porque lo más probable es que usted, mi estimado lector, ya sepa hacerlo (Eso sí, me parece conveninete advertir que lo son de TODAS las edades). Con estas cosas sólo queda convivir con ellas, soportarlas, porque la verdad es que no creo que llegue el día en que se produzca un cambio social tan fuerte, tan brusco, tan brutal como para que estos días de escupos, así como de otras varias conductas irreverentes, se acaben. Cambio y fuera.

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